Esta semana en el sitio web del Olive Health Information Service
La newsletter de la Universidad de Navarra y el COI dedicada a la salud
La dieta es reconocida como un factor de riesgo modificable en la prevención y el tratamiento de las enfermedades relacionadas con la obesidad. La dieta mediterránea es ampliamente reconocida como un patrón alimentario saludable. Hace hincapié en los alimentos de origen vegetal e incluye el aceite de oliva como principal fuente de grasa. El boletín de esta semana destaca estudios que demuestran que la dieta mediterránea puede ayudar a reducir el riesgo de desarrollar trastornos relacionados con la obesidad.
Un estudio transversal de la cohorte del Estudio Longitudinal de Evaluación del Riesgo de Obesidad Infantil (CORALS), que incluyó a 1218 niños españoles de entre 3 y 6 años, examinó el cumplimiento de la dieta mediterránea y su relación con la composición corporal. La adherencia se evaluó mediante herramientas validadas específicas para niños, como el cuestionario MED4CHILD y el cuestionario de frecuencia alimentaria COME-Kids. Los resultados mostraron que una mayor adherencia a la dieta mediterránea se asociaba significativamente con una menor composición de grasa corporal. Al evaluar la obesidad central mediante la circunferencia de la cintura y la relación cintura-altura, una mayor adherencia a la dieta mediterránea se relacionó con medidas más bajas, aunque estas asociaciones solo fueron estadísticamente significativas en los niños.
La obesidad es un factor de riesgo conocido para las enfermedades cardiovasculares y la diabetes tipo 2. Un estudio de la Investigación Prospectiva Europea sobre el Cáncer (EPIC), concretamente la cohorte EPIC-Norfolk, evaluó los efectos de la actividad física y la adherencia a la dieta mediterránea, tanto de forma individual como combinada, sobre la incidencia de la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares en adultos. Los investigadores tuvieron en cuenta tanto los niveles iniciales como los cambios a lo largo del tiempo. El estudio reveló que unos niveles más altos de estos comportamientos saludables durante la mediana edad, así como las mejoras a lo largo del tiempo, reducían significativamente la probabilidad de desarrollar diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares. Las reducciones de riesgo más significativas se observaron cuando ambos comportamientos se adoptaban de forma temprana y se mantenían a lo largo del tiempo. Sin embargo, adoptar un estilo de vida físicamente activo y una dieta saludable, incluso en etapas posteriores de la vida, puede seguir dando lugar a mejoras significativas en la salud cardiometabólica. Es importante destacar que el análisis indicó que la combinación de estos comportamientos produce beneficios sinérgicos. Por ejemplo, los participantes que mejoraron de niveles desfavorables a favorables en ambos comportamientos experimentaron una reducción del 53 % en el riesgo de diabetes tipo 2 y una reducción del 20 % en el riesgo de enfermedades cardiovasculares. Por el contrario, aquellos que pasaron de un alto a un bajo nivel de adherencia se enfrentaron a un aumento del 37 % y del 56 % en el riesgo de diabetes tipo 2 y enfermedades cardiovasculares, respectivamente.
Estos hallazgos subrayan la posible relación causal entre la actividad física, la calidad de la dieta —especialmente la dieta mediterránea— y las enfermedades cardiometabólicas.
Otros artículos mencionados esta semana en la newsletter de OHIS (en inglés):
Dieta mediterránea
Adherence to the Mediterranean diet and allergic diseases in Korean adults: KNHANES 2013-2016.
Impact of Mediterranean diet on mortality in vertebral compression fracture patients.
Cancer
Tastornos metabólicos
Indices alimentarios
Food-based indexes and their association with dietary inflammation.
Otros
Effect of Predominantly Plant-Based Diets on Visceral Fat: A Systematic Review and Meta-Analysis.